Vivimos en unos momentos de grandes cambios donde el proceso formativo evoluciona al mismo tiempo que se desarrollan las tecnologías de la comunicación y de la información. Las necesidades formativas se incrementan y diversifican y la inmediatez y la actualización se convierten en factores esenciales.
Los sistemas de aprendizaje tradicionales están en crisis, por los cambios sociales y tecnológicos y la tecnología, se convierte en un soporte sustancial al sistema de formación.
Estos cambios generales implican cambios en la educación y hacen que aparezca el paradigma de formarse a lo largo de toda la vida, así como de nuevos conceptos, hoy relacionados con la formación, tales como la ubicuidad (la formación siempre presente), que nos permiten las nuevas tecnologías inalámbricas y nos abren la posibilidad de poder aprender cuando queramos y en el momento que queramos, en un mundo lleno de conocimientos accesibles desde cualquier lugar.
La importancia del “aprendizaje y de la formación” en el ámbito sanitario es totalmente decisiva. Todos estos cambios afectan e implican de forma directa y transversal a todos los profesionales de la salud. La formación que perdura en el tiempo se presenta como una vía de adaptación al cambio a través de la mejora de las competencias y actuación profesional y en respuesta al progreso científico y técnico, las demandas sociales y las transformaciones de los sistemas de salud.
La relevancia del sector privado en el entorno sanitario de nuestro país ya plasmada por el IDIS y por las distintas iniciativas de colaboración público–privada emprendidas en diversas comunidades autónomas y, por otro lado, las perspectivas de futuro del sector sanitario público con sus imperiosas necesidades de financiación hacen que la formación y el proceso formativo puedan considerarse hoy en día como una herramienta estratégica fundamental para el desarrollo del sector sanitario privado y para mejorar la calidad de sus servicios.
Debe de surgir así la Formación como un valor añadido de nuestras instituciones y ésta debe de estar acorde con la misión, visión y objetivos de las mismas, así como con las necesidades planteadas por nuestros profesionales, por nuestro capital humano.
¿Por qué es fundamental en nuestro sector el desarrollo del capital humano?
Sabemos que la alta tecnología es indispensable para lograr la productividad que hoy nos exige el mercado en nuestro sector, pero vemos también que el éxito de cualquier empresa depende principalmente de la flexibilidad y de la capacidad de innovación que tengan las personas que participan en la organización, máxime en los momentos de crisis y exigencia que estamos viviendo.
Es palpable que, en la era actual, la tecnología y la información están al alcance de casi todos, por lo que la mayor ventaja competitiva que va a diferenciar una empresa de otra es la capacidad que tenga la gente dentro de la organización de adaptarse al cambio. Esto solo se logrará mediante el fortalecimiento de la capacitación y aprendizaje continuo en las personas a fin de que la educación y experiencias sean medibles y, más aún, valorizadas conforme a un sistema de competencias.
¿Porque la formación se convierte en una herramienta estratégica para la gestión de ese capital humano?
Hasta bien entrado el siglo XIX, una persona culta podía seguir el conocimiento científico disponible, sus resultados más importantes y, con un elemental esfuerzo, resultarle inteligible. Está documentado que las primeras ediciones de la Enciclopedia Británica fueron realizadas por un par de personas. Las más recientes superan con creces los 10.000 expertos.
Nunca el desarrollo científico y su conocimiento fue tan complejo como ahora, pero también, nunca la ciencia ha suscitado tanto interés público. La ciencia ya no es una labor realizable con lápiz y papel en la soledad del estudio. Por otro lado, resulta indiscutible el estrechamiento del vínculo entre ciencia básica y tecnología. Muestra de ello es el acortamiento de tiempo entre la disposición del conocimiento y su aplicación: “A conocimiento reciente, desarrollo más inmediato”.
La presión ejercida por el sector público en su hasta ahora derroche ilimitado hace que el sector privado tenga que realizar serios esfuerzos para competir con él, ya sea en la retención de los profesionales más especializados, en las inversiones tecnológicas no siempre justificadas y, consecuencia de todo ello, en la obligada optimización de los resultados de nuestras empresas. Tenemos que hacer más con menos y además ser más competitivos.
Por el contrario, la falta de financiación del sistema público está colocando al sector privado en primera línea en la colaboración con el mismo, con grandes perspectivas futuras que precisarán mayores estructuras e inversiones por nuestra parte, incrementando nuestra presencia en la sanidad universal y, por tanto, con mayores necesidades de capital humano.
En consecuencia, el sector privado tiene el reto de destacar por la agilidad y flexibilidad de su capital humano, bien formado y capacitado.
Dicho esto, el marco estratégico de formación a desarrollar debería de atender a tres áreas fundamentales: a la formación científica, facilitando la formación continuada, en el tiempo y comprometiendo la actualización de conocimientos y procedimientos diagnósticos y terapéuticos avanzados a nuestros profesionales actuales y futuros; a la formación empresarial, enfocada al conocimiento profundo del coste del proceso por parte del personal, así como al aprendizaje de las herramientas más útiles y reconocidas para optimizar su gestión (sólo así dejaremos de temer aquello que hemos aprendido a entender), y a la formación estratégica y etica del individuo en la organización, hecho éste fundamental para la plena involucración de la persona en el proyecto, asumiendo su rol dentro de la misma e impregnándose de los valores y especificidades que la diferencian.
Pacientes y usuarios : Que hacer?
Son los actores protagonistas y no podemos olvidar que nuestras actuaciones como sector deben orientarse hacia ellos. Hay que convencerles de forma racional de nuestros servicios y de su calidad. Tenemos que abrirnos hacia el exterior, divulgar el conocimiento y lo que hacemos, de forma que éste sea asequible para que el paciente llegue a comprender las ventajas del mismo.
El ciudadano en general (potencial usuario) debe de tener información de las cuestiones científicas que atañen a su salud y bienestar para tomar decisiones conscientes. Una opinión pública ignorante o desinformada (peor) no puede influir en el objetivo de la carrera hacia lo desconocido que la ciencia impone per se y que está cambiando velozmente el mundo en que vivimos y que creíamos conocer.
Como conclusión diré que de la consecuencia del adecuado desarrollo de este “Marco Estratégico Formativo” y de su metodología de aplicación surgirá una cultura formativa enfocada a la motivación y fidelización de nuestros profesionales, potenciando sus capacidades y también su voluntad y grado de compromiso con la organización.
Todo ello deberá de tener en cuenta la existencia de un nuevo perfil de paciente más exigente y conocedor de las distintas alternativas disponibles y, por tanto, con un mayor criterio para la elección y enjuiciamiento. De ahí la importancia de participar activamente en el proceso divulgativo.
Por cierto, se me olvidaba…., y aprender el Chino
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